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(año 1988-la de la cinta roja en el brazo soy yo
y el de la esquina es Peto)
Días con sabor a infancia...

Llego el 06 de junio, día de mi cumpleaños No. 27, como siempre, la ansiedad de los saludos, de ver en el correo las palabras de amigos y familiares que a la distancia quieren abrazarte y compartir contigo la alegría de la vida...

Bueno, en ese cóctel de cariño tuve una sorpresa...aparece en el Chat una invitación, le doy a aceptar (siempre la curiosidad me gana) y aparece n mensaje que dice: Pety sos vos?-...

Ahí, en ese instante, se escaparon por la ventana todos los años, y ya no existía una mujer de 27, sino que una niña, con delantal abrochado en la espalda, estrenando sus diez años sonríe y responde: si, Peto, soy yo.

El recuerdo nos convoco en el mismo día, y fue la red, la que lo trajo a mi, a mi nombre...y fue la red la que nos transportó a un salón de clase, a una cita planificada con 15 días de anticipación....estábamos allí, tres parejas de unos diez años de edad, preparados para dar un salto, el primer beso..todo preparado, corrimos las cortinas para que nadie vea...y allí estaba yo, las manos en la espalda, nos acercamos despacito y en un rápido movimiento esquive sus labios y bese la mejilla.
“ya esta”, dije y quise escapar, él, “que ya esta, no, así no”....y nos dimos el primer beso, el primer piquito....salimos rápido del salón, éramos grandes, enormes en el mundo del amor...


Pety y Peto, UPS (unidos para siempre)...así nos decían por ser los primeros de la fila...vivimos esos dos años entre cartas y risas, entre alfajores compartidos...

En esos tiempos, donde era posible desear ser feliz para serlo, compartíamos los primeros pasos, y entre rondas y lentos a dos metros de distancia fuimos dibujando una infancia llena de color.

Mi primer baile lento....sonaba de fondo Dont´ Cry (no llores) o algo así de los Guns N´ Roses...o quién sabe que melodía, pues, los nervios de no pisarlo me dormían los oídos..y ahí estábamos los dos, moviéndonos al ritmo Frankestein....

Es increíble, que ahí, a miles de kilómetros, pisando el suelo argentino tan mío, tan nuestro...esté él, reviviendo en letras todos aquellos días, hace ya 17 años, en los que todo la escuela era cómplice y espectador de este cariño, de este amor infantil.

Entre Chat y Chat, fuimos redibujando aquellas cartas donde la colita del pelo, la sonrisa de ángel y los dibujitos de una familia..si, en el teclado resucitaron esos partidos con bolitas de papel de alfajor...esos besos en la mejilla prometidos....ese adiós inentendible....esos días donde el mundo se resumió en una ausencia, la suya.

Fue la vida, fuimos nosotros..quién lo sabe...lo cierto es que esos primeros pasos quedaron escritos en nuestra historia, y en ellos nuestros sueños no han muerto

Hoy, miles de huellas después, donde cargamos en nuestra alforja con un sinnumero de sueños muertos, de ideales dormidos...donde los nombres amados descansan en la pagina de un diario...él aparece, y con él, todo una historia que soy yo...y por un instante ya no somos los de hoy, sino los que aun viven en el cristal de nuestro corazón.

Si Peto, eres ese niño hermoso, con tu pelo corto y algo parado el flequillo...con esos ojo que siempre sonreían y atrapaban el cielo..ese que soñaba con manejar un colectivo, y que se esforzaba por la mejor nota.

Hoy, nos reencontramos cuando las opciones han sido tomadas, hoy, lo siento feliz, y veo con alegría sus rasgos de niño dibujados en el rostro de su pequeño hijo...hoy doy gracias a Dios porque le permitió encontrar el amor, porque es un hombre de bien, y porque a pesar de los golpes del tiempo, no me ha olvidado, y mi nombre, sigue siendo grato a sus labios.

Si, hoy he tenido un regalo de cumpleaños especial, porque el espejo de quién soy me permitió ver lo esencial y nuevamente vi a mi mamá diciéndome; “son muy chicos para ir a la plaza solos”...o espiándome en la esquina cuando fuimos a tomar un helado como primer cita.
Si Peto, contigo, con tu aparición, aparecieron todas esas cosas sin precio, esas imágenes invaluables donde la música viva de la alegría acunaba mis primeros años.

Gracias por este recreo robado a la vida, en el cual, nuevamente pudimos compartir un Guaymallen.