Foto: Mica, Caty y Tomy Wroblenski
Madurez errada
En los bolsillos de un pantalón corto
hemos abandonado la conciencia.
Nuestras miradas se han quedado sin héroes,
volviéndonos extranjeros en nuestra propia humanidad.
Han quedado dormidos esos dÃas
donde en delantales blancos escondÃamos los sueños.
Si pudiéramos volver atrás,
recorrer nuevamente Devoto y sus calles húmedas de otoño,
llegar al parque del tobogán más alto
y emprender un nuevo vuelo en hamaca.
Volver a creer en la botella y los besos
y buscar entre margaritas un nombre conocido.
Si otra vez los barriletes lograrán acariciar a Dios
y esperáramos la primavera
para llenar el Rosedal de juventud.
Si nuevamente el universo terminara
en el cordón de la vereda,
no serÃamos extraños frente al espejo
y bastarÃa una curita para sanar el mundo herido.
En los bolsillos de un pantalón corto
hemos abandonado la conciencia.
Nuestras miradas se han quedado sin héroes,
volviéndonos extranjeros en nuestra propia humanidad.
Han quedado dormidos esos dÃas
donde en delantales blancos escondÃamos los sueños.
Si pudiéramos volver atrás,
recorrer nuevamente Devoto y sus calles húmedas de otoño,
llegar al parque del tobogán más alto
y emprender un nuevo vuelo en hamaca.
Volver a creer en la botella y los besos
y buscar entre margaritas un nombre conocido.
Si otra vez los barriletes lograrán acariciar a Dios
y esperáramos la primavera
para llenar el Rosedal de juventud.
Si nuevamente el universo terminara
en el cordón de la vereda,
no serÃamos extraños frente al espejo
y bastarÃa una curita para sanar el mundo herido.