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Madurez

Hasta ayer
mi alma vibraba al son de tu cítara
fundiéndonos en amorosa danza.

Hoy,
Tu música ha enmudecido,
las certezas pernoctan en un catecismo gastado.
El muro de lo seguro se ha resquebrajado
y tengo miedo.

¿Es que ha muerto el amor?

Una orfandad casi humana me inunda
con mis débiles manos imprimo ruegos en la noche.
¡Háblame!
Te busco en calles,
avenidas,
templos
Y sólo hay vacío.

Estoy desnuda
y no es mi piel descobijada la que me avergüenza
sino esta sensación de no creer.

Me rindo,
abrazo las sombras como última morada.
Sólo queda dormir
hasta que la vida se apague.

Pero la noche cobra vida,
Grillos, cocuyos y mariposas nocturnas
invaden el espacio
y en melódico conjuro me llevan a ti
presentando el silencio
como sendero ineludible hacia Tú encuentro.