Poesía: Ante las sinmedidas
No
sé hasta dónde es posible el amor,
la
entrega una y otra vez desde el barro,
sabiendo
que al llegar la noche,
Estás.
Estás
aún, en el silencio forzado de mis horas,
en
los golpes de pecho pagados con distancia,
en
éstas manos embrutecidas de miedo,
en
el labio mordido en la impotencia,
de
quiero, pero no puedo ante la imagen del espejo...
Quiero
no quererte, cada vez que no me miro
Quiero
no quererte, en el grito de la tierra,
Quiero
no quererte, en la balanza de mis bienes,
Quiero
no quererte, al medir mi pobreza en otros ojos.
Y
todo este querer es volcán y enojo,
y
todo este querer es terremoto en mis palabras,
y
juego a la ironía, que es escudo y espada.
Escapo,
no por desamor sino por miedo:
¿Cómo
responder a la sinmedida,
a
un porque sí, que no se vale de mis méritos?
¿Cómo
no temer a tu terca gratuidad,
si
he pagado a golpes cada espacio de mi nombre?
Este
miedo toma mil formas en mi día a día
y
duerme en el andar mientras estoy lejos del fuego...
Pero
llega la noche, y ya no hay ruido ni fugas,
y
todo maratón termina de rodillas,
y
ante Vos se debilita mi discurso de escape,
y
ante Vos se rinde el temor al sinmotivo,
porque
toda esta fatiga de querer no quererte
pierde
fuerza y sentido cuando Vos decís: Quiero.