Romance en hojas amarillas

10:51 0 Comments A + a -

Era domingo, un sol que desafía el supuesto invierno anunciado en el almanaque bautizaba el rostro de todos aquellos transeúntes que, transportados por la voz de algún poeta, de esos que aún creen que el amor puede desnudarse a los pies de un balcón, caminaban en medio de mil gentes, pero aún así se sabían solos…no hablo de esa soledad impuesta por los desatinos de los días, más bien hablo de ese querer estar solo, de ese silencio que suena a risa de niños…de ese silencio que sabe a tardes de parque, a conjuro pronunciado por el aletear de algún picaflor que, venciendo el miedo a lo desconocido se atreve a danzar con nuestros sueños.

Así andábamos…éramos muchos, conocíamos el nombre tras cada uno de los rostros que nos rodeaban, pero aun así, no nos hablábamos…no queríamos romper la magia de la búsqueda. Algo sin nombre, algo sin edad ni palabra registrada en el diccionario nos empujaba a detenernos en cada espacio, a buscar entre esos mil nombres, el nombre amado, ese que nos completará en algunas tardes o noches de la vida, ese que exhibiremos con el orgullo del gran descubrimiento, ese que conoce el idioma de nuestra piel, ese…ese que se esconde entre tantos otros…que jugando a ser niños se asoma muy despacio…que se parece a muchos, hasta se ve como muchos, pero es único y por eso lo buscamos.

Anduve cada espacio…toque, abrace y hasta me llene del aroma de todos esos nombres…mi ansiedad crecía…”aparecerá”, me decía la niña que aun espía todos los paquetes que descansan a los pies del arbolito….”aparecerá”, me repetía la quinceañera a los pies de la escalera dando vueltas y vueltas en lo que su chaperón llegaba… “aparecerá”, “aparecerá”…

Y allí lo vi…algo gastado por el paso del tiempo, con su inconfundible perfume amaderado…escondido, como siempre entre decenas de historias y versos. Lo vi, lo tomé…y ahí mismo supe que había triunfado, que anotaba una nueva estrella a mi mural de conquistas…una vez mas, entre centenas de libros esperando en las mesas de una feria, encontré el que estaba escrito en mi idioma.

Siempre fui fanática de las ferias de libros nuevos y usados, en ellas aguardan tantas joyas literarias, tantos libros que portan no solo la historia de sus páginas, sino también la de cada rostro que ha descansado en ellos…los invito a visitar la FERIA DE LIBROS NUEVOS Y USADOS que se ha instalado en el Parque Enriquillo, Santo Domingo. Anduve por ahí el domingo pasado y aparte de llevarme un bulto lleno de libros, los cuales conseguí a unos precios buenísimos...también me lleve la noticia de que se ha extendido una semana más, asi que, amantes de los libros…¡No se la pierdan!.