Nota en CLAVE DIGITAL por Santiago Almada

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Sección: El poema del viernes
El mundo interior de Romina Bayo
Una voz joven que suma su talento al universo de la literatura dominicana
Por: Santiago Almada
viernes, 01 de agosto de 2008

Desde este viernes Clave Digital dará cabida a las voces jóvenes de la poesía dominicana, como una forma de contribuir a la difusión de las expresiones juveniles de ese arte en estos tiempos que el poeta Juan Gelman ha definido como "decididamente antipoéticos". La intención de Clave Digital es que los lectores sepan que la poesía joven existe en este país, y que tiene una multitud de rostros que, estamos seguros, forman parte de la esperanza intermninable que anima el paso de los pueblos en la huella de la historia.

Esta serie se inicia con la joven Romina Bayo, que recientemente ha publicado su poemario "Nos dolerá la noche". Su estilo es profundamente intimista y sus temas giran sobre los estados del alma, como el amor y el desamor.
Romina Bayo Nació en Buenos Aires, Argentina, y reside en República Dominicana desde hace seis años. Fanática del Racing Club de Avellaneda, el primer equipo de fútbol argentino que ganó la copa intercontinental, en 1966, divide sus pasiones entre Seru Giran (una mítica banda de rock integrada por Charly García, Pedro Aznar, David Lebón y Oscar Moro) y Joaquín Sabina, sin dejar afuera al que considera un grandioso cantante: Sandro de América.

Es cofundadora del programa radial Revista Literaria "Con Buena Letra". Sus trabajos han sido reconocidos en premios nacionales e internacionales. En el 2006 publicó su primera obra “Danza de Soledades” y en el 2008 salió a la luz su segundo poemario “Nos dolerá la noche”, galardonado con el Premio Internacional de Poesía Joven de la Feria Internacional del Libro, Santo Domingo 2007.

Romina no concibe el mundo sin libros, vive y vibra a través de los que considera maestros de la literatura, como la poeta argentina Alejandra Pizarnick, el poeta dominicano Antonio Fernández Spencer, y el narrador Julio Cortázar, entre otros. Convencida de que la web es un espacio eficaz para decir, compartir, conmover y conmoverse, lleva adelante su bitácora Danza de Soledades (www.danzadesoledades.blogspot.com), desde donde comparte sus poemas, relatos e inquietudes.

Respecto de cómo surgió el poema que Romina comparte con los lectores de Clave Digital, la escritora lo explica de esta manera.

“Siempre tuve la certeza de que la poesía nos llega, nos asalta, nos desborda… y cuando eso ocurre sólo hay paz al liberar la palabra. No creo que sea posible ‘explicar’ un poema, o por lo menos, a mí no me es posible eso con los versos que escapan de mis manos, quizá porque nunca son lo que pienso que serán, o simplemente porque son lo que tienen que ser y contienen en sí todas las palabras. ¿Para qué intentar decir más que lo que ellos dicen?... Siempre las palabras de mis labios se quedan pobres ante el lenguaje del poema.

Pasé varias noches en vela por un grito insoportable que llegaba desde la noche, una mujer sufriendo, una mujer que pareciera ser golpeada por un hombre, por el amor o quizá por el recuerdo. Ese grito no tenía domicilio, solo habitaba la noche que se colaba por mi ventana, y así nació el poema”.

Un llanto de mujer
Un llanto de mujer se escucha en mi cuarto
y no sé si viaja a través del cristal que lo atrapa
o es mi voz que anida en estas cuatro paredes…

Paredes que cobijan o apresan la orfandad de una mujer,
paredes que han visto el sudor impersonal de las caricias solitarias,
la frialdad de un cuerpo que quema silencios,
el desgaste de unos labios mordidos en la espera.

Y pienso en ese grito que habita en las calles
cuando todo se duerme en el abrazo.

Un grito que convoca a los pájaros nocturnos
y se suicida a diario contra el cristal de mi ventana.
Un grito que se deshoja en años
y descansa en las aureolas blanquecinas de una cama.
Un grito de mujer se vuelve letanía,
destroza los faroles y consume la sonrisa de los duendes,
aprisiona la garganta de un poeta ebrio
y despierta la memoria de un viejo que todavía cree en los sueños.
Un grito que no es mío en las mañanas,
que no entiende la sinfonía del mar contra la roca.
Un grito que duerme en la mirada sorda del mundo,
y recorre conmigo las notas de mi diario.

Un grito que consume,
un grito que desespera,
que agijona
que desarma…

Un grito de mujer se despierta en la noche
y no sé si soy yo la que grito
o aquella que me habita cuando duermo.